Así amaneció el 10 de octubre de 1868 la dotación del ingenio azucarero La Demajagua. |
Han
transcurrido 152 años de aquel 10 de octubre de 1868. Lo que parecía una
jornada cualquiera, terminó por ser el día en que Cuba clamó por su
independencia definitiva. Carlos Manuel de Céspedes, abogado de clase adinerada,
de preclara conciencia de que la lucha armada resultaría el único camino a la
libertad, reunió bien temprano a sus esclavos, la mayoría de ellos bozales, y
les dio dos opciones: compatriotas o libertos. Ahí comenzó el largo camino a
recorrer por los cubanos hasta lograr la independencia, casi un siglo después.
La
Demajagua, el ingenio de la familia Céspedes, pasó a ser el lugar histórico donde
aún se escucha el eco de un ¡Viva Cuba Libre! que inició el combate, uno
desigual, pero justo. Mucha sangre corrió desde entonces, vidas valiosas
perdidas, penurias, pero los cubanos no cejaron en el empeño de, ya criollos
auténticos, dejar de ser ordenados por un Capitán General venido de Europa y
acatar normas de una metrópoli extranjera. Se expresaba en el Manifiesto:
“Al
levantarnos armados contra la opresión del tiránico gobierno español,
manifestamos al mundo las causas que nos han obligado a dar este paso. Nadie
ignora que España gobierna la Isla de Cuba con un brazo de hierro
ensangrentado; no sólo no le deja seguridad en sus propiedades arrogándose la
facultad de imponerle tributos y contribuciones a su antojo, sino que
teniéndola privada de toda libertad política, civil y religiosa sus
desgraciados hijos se ven expulsados de su suelo a remotos climas…”.
Este
día no era el escogido para el levantamiento, pero Céspedes tenía razones
sobradas para adelantar el alzamiento, al conocerse de que serían encarcelados
los principales dirigentes, acción que luego no sería bien acogida por algunos
de los patriotas cubanos, sin embargo, con los principios sobre las espaldas
siguió guiando el destino del Ejército Libertador, combinando el arte de la
guerra con su liderazgo, al punto de alcanzar el grado honorífico de Padre de
la Patria, y así murió, para probar la entereza aún en medio de la soledad, en
combate desigual, pero “sobre el caballo y con el machete llamando a degüello”.
Es 10
de octubre, transcurridos 154 años. Y vuelve a ser sábado, como entonces,
amanece, y el sol sale por el oriente, ese oriente rebelde que hoy se levanta
para recomenzar, reverenciando con su brillo el día, aquel en el que tañeron
las campanas de La Demajagua, no para llamar al corte de caña a los negros
esclavos, sino para un convite de libertad y lucha por la Patria.
No hay comentarios:
Publicar un comentario