domingo, 17 de enero de 2016

Mixtura en femenino




Elaine Pretel Fleitas no es una mujer común. Con apenas 26 años desempeña una profesión poco frecuente en las féminas: cantinera, y aunque hubiese podido ser hasta chef de cocina, el azar la trajo hasta el bar del restaurante Mandarín en la ciudad de Cienfuegos. "Yo había cursado en la Escuela de la Asociación Culinaria todos los oficios de la Gastronomía y este último, en la de Comercio, hasta que hace poco fui llamada al centro. Confieso llegué con cierto temor, pero con los días le he tomado cariño al trabajo".


¿Lo consideras un oficio difícil?

"Yo creo que es un trabajo simplemente, y que la seriedad y cuidado servidos en cada trago, hacen ganar en confianza. Como ves, este no es un bar de alta categoría, pues aquí los clientes son de la media y por lo general asiduos, ya casi los conozco a todos, y tengo en cuenta sus gustos. Algunos prefieren la bebida en strike, con o sin hielo; otros son amantes de la cerveza; y quienes vienen a comer, me piden con frecuencia coctelería".

"Las mujeres representan en la cultura de muchos países, guardianas de la tradición y del hogar. La preparación de hidroalcoholes es una labor con participación femenina desde tiempos ancestrales…”, afirman en una publicación especializada, y en concordancia, inquiero: ¿crees que el toque femenino, sin pecar de demostrar feminismo empedernido, da sabor a la bebida?

"Sí, lo creo, en lo fundamental la coctelería, y también considero aportamos un poco de género a la hora de ofrecer el servicio. ¿Preguntas si me respeta la clientela? Sí, hasta ahora solo he recibido buen trato, halagos, eso es normal, y algún que otro susto con las cuentas abiertas".

¿Nos narras la anécdota?

"En una de mis primeras noches en el 'Mandarín', un cliente ya sumaba más de 200 pesos consumidos y de pronto desapareció de mi vista. Esa noche me fui a casa con mi último centavo en la cartera, porque a la hora del cierre debí abonar la suma. Pero en mi próximo turno vino con la copa y el efectivo, y también traía las disculpas por haberse marchado sin aviso. Desde entonces es un cliente que trato con distingo, por su honestidad.

"También estoy calificada como cajera, y aquí ejerzo ambas funciones, ofrecemos servicio en las dos monedas: CUP y CUC, y eso puede ser engorroso; tengo las cuentas abiertas de los clientes, quienes pagan en efectivo; más los comensales del restaurante, todo debe estar bien claro, en números, para no cometer errores".


¿Qué cree una bartender, sin que ello implique rozar la ética, se incrementa la clientela, hay más personas bebedoras?

"Sí, hay tendencia al aumento. Este local tiene lleno completo, al bar me refiero; y se consume bastante. Se hace de manera social, ven un partido de fútbol, béisbol, un video musical, conversan, comparten… Aquí vienen personas de varias profesiones, edades, cada cual con sus preferencias; en saber complacerlos y atender está el secreto".

Elaine es casada y tiene un niño pequeño. Su turno de trabajo es de más de doce horas y termina tarde en la noche.

¿Cómo puedes combinar el oficio con el de madre? ¿El esposo no se cela de que tu público es mayoritariamente masculino y, mezclado con alcohol aumenta la testosterona?

"Tengo una familia a mi espalda, mi madre y mi esposo, ellos ayudan en el cuidado del niño y a compartir los quehaceres de la casa, es duro, pero con respaldo se logra. En cuanto a mi esposo, por suerte es bastante consciente de mi trabajo y de él solo recibo apoyo, nada de recriminaciones".

A esta joven cantinera le gustaría, como es lógico, escalar en la profesión, capacitarse, llegar a trabajar en un centro de más categoría, contar con los medios para preparar coctelería, innovar… Pero por ahora se contenta con servir en el "Mandarín", donde mixtura la bebida en femenino.

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