Otra vez la vieja Europa demuestra sus ansias
colonizadoras contra la “pequeña” América. Vuelve a las andadas de escudos y espadas,
cuando cuatro de sus países: Francia, Portugal, Italia y España, niegan al
presidente de Bolivia Evo Morales Ayma, sobrevuele sobre sus territorios. El
motivo: supuestamente conducía en el avión al ciudadano norteamericano EduardSnowden, ex agente de la
Inteligencia estadounidense, quien filtró secretos sobre
espionaje gubernamental.
¿Pero es que acaso los presidentes de las
naciones no gozan de inmunidad? ¿Este mundo se estará retrotrayendo a la
anarquía y el irrespeto? ¿Pueden poner la vida de un presidente latinoamericano
en peligro por una simple sospecha? Repaso el discurso de aceptación del premioNobel de Literatura, de Gabriel García Márquez, y confirmo que hay en él una
declaración de principios de la América
Latina.
“Tal vez la Europa venerable sería más comprensiva si tratara
de vernos en su propio pasado. Si recordara que Londres necesitó 300 años para
construir su primera muralla y otros 300 para tener un obispo, que Roma se
debatió en las tinieblas de la incertidumbre durante 20 siglos antes de que un
rey etrusco la implantara en la historia, y que aún en el siglo XVI los
pacíficos suizos de hoy, que nos deleitan con sus quesos mansos y sus relojes
impávidos, ensangrentaron a Europa con soldados de fortuna. Aún en el apogeo
del Renacimiento, 12 mil lansquenetes a sueldo de los ejércitos imperiales
saquearon y devastaron a Roma, y pasaron a cuchillo a ocho mil de sus
habitantes (…)”.
EE.UU. se ha quedado al desnudo con las
revelaciones de Snowden y de WikiLeaks y eso lo trae enojado, demasiado. Porque
ellos, que se creen los dueños del mundo, porque otros se inclinan ante su
cetro imperial, como es el caso de estos cuatro países europeos, no conciben
ser desacreditados. ¿Cómo van a decir que espían al mundo entero sin remilgos?
¿Quién dijo eso, si ellos se la pasan haciendo listas de países que apoyan el
terrorismo, acusando de violar derechos, invadiendo aquí, allá y acullá? Están
muy enojados con Assange y con muchos más y quién le ofrezca asilo o
supuestamente lo intenten, puede pagarlo hasta con la vida.
Un lenguaje de prepotencia y superioridad que
se traspola hasta los medios de comunicación, quienes ponen en tinta fresca, y
esto es el colmo, que el discurso de Venezuela y Bolivia es retórico.
¿Tendremos que escuchar tamaña ironía?
Al parecer la filosofía de “hagan lo que digo y no lo que hago” esta es la
máxima de la política exterior estadounidense, los amos, quienes dictan a sus
discípulos europeos conductas y viejos métodos de la guerra fría.
Durante
12 largas y frías horas el presidente indio Evo Morales Ayma, debió permanecer
en Viena, ante la negativa de sobrevolar una parte del territorio europeo, en
su ruta de regreso a casa tras un encuentro en Rusia de países exportadores de
gas. ¿Será que EE. UU. está enojado por no resultar invitado a la cita? ¿O es
que aún le duele la reciente cumbre de PetroCaribe en Nicaragua? Quizá este sea
el precio que debe pagar Latinoamérica por excluir al dueño del mundo de sus
reuniones regionales.
Mientras, no debemos aceptar los
latinoamericanos la prepotencia eropea o desde el Norte, como lo expresó García
Márquez en su discurso ante la Academia
Sueca del Nobel, “América Latina no quiere ni tiene por qué
ser un alfil sin albedrío, ni tiene nada de quimérico que sus designios de
independencia y originalidad se conviertan en una aspiración occidental (…).
“¿Por qué la originalidad que se nos admite
sin reservas en la literatura se nos niega con toda clase de suspicacias en
nuestras tentativas tan difíciles de cambio social? ¿Por qué pensar que la
justicia social que los europeos de avanzada tratan de imponer en sus países no
puede ser también un objetivo latinoamericano con métodos distintos en
condiciones diferentes? No: la violencia y el dolor desmesurados de nuestra
historia son el resultado de injusticias seculares y amarguras sin cuento, y no
una confabulación urdida a 3 mil leguas de nuestra casa. Pero muchos dirigentes
y pensadores europeos lo han creído, con el infantilismo de los abuelos que
olvidaron las locuras fructíferas de su juventud, como si no fuera posible otro
destino que vivir a merced de los dos grandes dueños del mundo. Este es, amigos,
el tamaño de nuestra soledad (…)”.
El
drama latinoamericano en lo político, social y económico sigue vigente. La
vieja Europa continúa viéndonos como seres inferiores en un mundo en el que la
palabra RESPETO pierde contenido semántico y mientras, a pesar de separarnos
tantísimos años de civilización, seguimos negándonos al dominio y preferimos la
soledad a la conquista.
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