lunes, 19 de agosto de 2013

Con el alma en el visor






Gabriel Toledo Toledo, camarógrafo de la Televisión en Cienfuegos, ya jubilado, y un querido colega y vecino por más de 30 años, falleció. Una enfermedad respiratoria le cortó el último aliento. En su homenaje, desempolvo esta entrevista que le hiciera en 2005, sirva pues de tributo

  Corrían los primeros días del año 1976 cuando Gabriel Toledo, camarógrafo de la Televisión Cubana, acreditado en la provincia Las Villas, se aprestaba a tomar imágenes nunca vividas por él, y el equipo de prensa que lo acompañaría por casi un año en tierras angolanas. Esta vez no cubrirían la construcción de una carretera ni las labores de los macheteros en la zafra azucarera, como era común; en cambio, recogerían el testimonio de un regimiento cubano en África, específicamente en Angola, compuesto en su mayoría por veteranos de la Lucha Contra Bandidos (LCB) en las montañas cubanas, recién triunfada la Revolución.
  Desde el mismo año 1959, Toledo, como le conocían en el medio periodístico, se integró al Ejército; pero este hombre, nacido en El Naranjo, en el mismo corazón del Macizo de Guamuhaya, no estaba hecho para las armas y la férrea disciplina militar. “Allá por el ’65 supe de un curso para corresponsales de guerra y me integré a él de inmediato. Para entonces no tuve una cámara de televisión y debí conformarme con una de fotografía; pero igual la utilicé para dejar en blanco y negro una parte de la historia de las Fuerzas Armadas (FAR). Así nace mi pasión por apretar el obturador ante cualquier imagen que pueda ser noticia.
  “A finales de la década de los 60 me desmovilizo de las FAR y comienzo a trabajar como reportero y camarógrafo de la Televisión Cubana en la antigua provincia de Las Villas, territorio que comprende a Sancti Espíritus, Cienfuegos y Villa Clara. El Periodismo que se hacía en aquella época dista mucho del de ahora, como es lógico. Otro compañero y yo realizábamos todo el trabajo reporteril de la televisión en la zona, sin transporte. Para ello debíamos movernos por toda la geografía de la región central. Recuerdo que enviábamos texto e imágenes en cinta, a través del transporte interprovincial. En ese trabajo me mantuve hasta que surgió la idea de acompañar al Regimiento de la LCB que operaría en Angola, ante el pedido de ayuda del gobierno de ese país africano”.
  Un día se vio Toledo, nuevamente enfundado en ropa militar de campaña, cámara en mano, recogiendo en imágenes la preparación de los hombres, a los que más tarde acompañaría en difíciles y riesgosas operaciones por la selva africana, un escenario desconocido para él y sus coterráneos. La Sección de prensa la integraban, además, Pedro Larralde, periodista; José Hernández, fotógrafo. Más adelante se incorporaría Lázaro García, trovador cienfueguero y también redactor.
  “Resulta curioso, pero durante mi estancia en Angola no disparé un solo tiro y sí filmé miles de pies de película. En el fragor de los combates tratábamos de captar todo lo que más tarde serviría para testimoniar aquella etapa de la historia. Tengo muchas anécdotas que contar, tristes unas, alegres otras, pero cargadas todas de humanismo y valor. Recuerdo que como parte de la brigada artística que se nos unió en aquella misión, estaban Los Cañas, era increíble el valor de aquellos músicos que cambiaban los instrumentos musicales por los fusiles cuando se hacía menester.
  “Y de manera particular recuerdo a Silvio Rodríguez, que con una pierna inmovilizada por una fractura, daba hasta tres conciertos diarios al Regimiento. Qué decir de los soldados; los observaba a través del visor, cansados, marchando por inhóspitos y desconocidos parajes, lejos de los suyos, muchas veces con hambre y frío, pero que igual se enfrentaban al enemigo y le arrebataban la victoria. Había coraje entre aquellas personas, no temían a la muerte y peleaban con valor”.
  Atravesaron Angola de Este a Oeste hasta llegar a la frontera con Namibia. La tropa bautizó la difícil travesía como la Trocha de Júcaro a Morón, recordando la hazaña mambisa, según rememora Toledo. Y el camarógrafo quedó atrapado por la belleza del exuberante paisaje de la selva, en contraposición lo asombraron las imágenes de desolación y muerte que iban dejando a su paso la  Unión Nacional para la Independencia Total de Angola (UNITA), las fuerzas contrarias al gobierno popular de Agostino Neto, en su huida hacia la frontera.
  “La muerte de los compañeros, como absurdo hecho, siempre impresiona. Tengo grabada en mi mente, como una secuencia, la noticia de la muerte del capitán Cánepa, durante una emboscada. Era un viejo conocido. Cayó junto a otros combatientes y durante su entierro en Huambo, el pueblo todo se unió a nosotros y resultó un hecho inusual, porque no era costumbre en ellos. Fue un conmovedor acto de solidaridad, han pasado más de 30 años y aún lo tengo muy vívido.
  “Lo compartíamos todo, doblemente, porque al dejar plasmado en imágenes los hechos, estos nos marcaban más en lo humano. Desde la misma partida de Cuba, en barcos de carga, fuimos unos combatientes más en aquella tropa, aunque nuestras armas eran los lentes, cámaras, películas, agendas y plumas. Caminábamos por la selva durante extensas jornadas; en una ocasión, en seis días, solo hicimos dos comidas; le pasábamos muy cerca al terreno minado por el enemigo y dormíamos a la intemperie, en hamacas, con la compañía de las cobras, que nos pasaban bien de cerca”.
  Alexandre de Oliveira, de 13 años, vive en Junda: “La UNITA mató a mi padre y a mi madre, les ataron los pies y las manos y se los llevaron…”, este es el testimonio de un niño que presenció el asesinato de sus padres y que Toledo guarda en sus memorias.
  “A nuestro paso chocábamos con la cruda realidad de aquel país, el que a pesar de poseer incontables recursos materiales, estaba sumido en la más cruel miseria. A cada instante recordábamos a Cuba, esa islita cálida que nos esperaba y a los nuestros, los seres queridos que cubrían nuestra retaguardia”.
  Pedro y Manuel Catallongo, de 12 y 14 años, también forman parte de la memoria fílmica de Toledo, recuerda cómo los encontraron consternado por el asesinato de sus padres y de cómo se unieron a su equipo como dos miembros más. Al repasar cada milímetro de película las vivencias se agolpan, pasados más de 30 años y ya nunca más fue el mismo, desde entonces lleva el alma atada al visor, no como un cronista, sino como un ser humano que siente muy profundo todo lo que filma y graba.



No hay comentarios:

Publicar un comentario