martes, 29 de noviembre de 2016
A Fidel debemos seguirlo con fuerza para que no muera
Llego a casa de Regino Rodríguez Hernández por un laberíntico pasillo, una especie de ciudadela familiar donde conviven varios de los parientes más cercanos de este campesino devenido científico, prueba viviente de la certeza de una fórmula: tierra + esfuerzo = frutos. Acudimos a dialogar con el hombre consternado por la pérdida de alguien con quien forjara una entrañable amistad en los últimos años: Fidel Castro.
Cuando muchos creían al Comandante leyendo las noticias o escribiendo sus memorias, lejos estaban de imaginar que se había convertido en ganadero, agricultor y hasta investigador sobre temas de agroecología, encontrando fórmulas para el más acuciante problema de la nación cubana de hoy: la alimentación.
Pero dejemos que sea el propio Regino, campesino de la CCS Jorge Alfonso Delgado, de Cienfuegos, quien nos cuente la historia:
“Allá por el año 2009 recibí una invitación del Comandante en Jefe para visitarlo en La Habana. Resulta que el recientemente fallecido Orlando Lugo Fonte, uno de sus más cercanos colaboradores de los últimos tiempos, había censado a pedido de él, las principales producciones de morera (Morus alba) del país, un tipo de pasto proteico. Así, él recibe un video de la finca de Carolina, donde implementamos el uso de este forraje para la alimentación del ganado. En esas circunstancias se produjo nuestro primer encuentro”.
Regino posee en usufructo más de trece hectáreas en la zona de Carolina, en tierras cercanas a la Refinería de Petróleo. Al inicio comenzó con la cría de cabras y ya hoy se diversifica. Tiene cerdos, algún ganado vacuno, siembra pastos y otros cultivos, gracias a la aplicación de la ciencia y la técnica, motivos que atrajeron la atención de Fidel Castro en sus investigaciones.
“Desde aquel primer contacto establecimos relaciones de trabajo muy estrechas, me llamaba con frecuencia, intercambiábamos experiencias, en encuentros que se fueron haciendo cada vez más familiares. Luego me invitó toda una semana a laborar en una finca experimental que él dirigía, allí cerca de su casa. Trabajo con mi esposa, Dayamí León Naves. Ella es médico veterinaria, trabaja en Labiofam, pero en Carolina se dedica a la inseminación artificial.
“Yo soy un guajiro, y los guajiros somos penosos por naturaleza, pero llegó el momento en que comía en la misma mesa del Comandante con total naturalidad, y es que su mirada, los gestos, la forma de tratarte te daban una total confianza. Fidel tenía una lucidez tremenda y sus últimos tiempos fueron muy vitales. Visitaba la finca casi todos los días y conocía cada detalle de lo que allí sucedía.
“Recuerdo que insistía constantemente en la necesidad de desarrollar la producción de pastos y forrajes, que era el único camino de fomentar la ganadería. ‘Somos un país pobre y no podemos depender del pienso que llega en barcos’, me decía. Y así agrupó a campesinos de todo el país, interesado en resolver el problema de la leche y la carne. Cada logro en ese sentido era compartido. Y así pasó con otros renglones. Fidel apreciaba mucho a Lugo Fonte, quien dirigía ese grupo de investigación, hasta la casualidad quiso que fallecieran con apenas once días de diferencia”.
Mi entrevistado narra las vivencias con emoción, y tiene los ojos enrojecidos porque no dudo —y esto es mera presunción mía— que a pesar de su reciedumbre haya encontrado consuelo a su aflicción derramando gruesas lágrimas de hombre. Convaleciente de un accidente de tránsito, Regino está casi atado a un sofá y no se aparta ni un minuto del televisor, que es ahora mismo, el único lazo de conexión con su amigo Fidel. “Me llamó Yasmín, la presidenta de la ANAP en Cienfuegos, en medio de la madrugada del 26 de noviembre y no tengo palabras para expresarme; qué te voy a decir, las perdí en ese instante, porque yo casi lo creía eterno, con esa vitalidad, quizá ya no física, pero sí de ideas, que le acompañaba. Las conversaciones con él eran muy cómodas, decía un chiste, hacía preguntas…Tengo un montón de anécdotas que lo hacen tan cercano… Recuerdo que padecí una osteocondritis, y estaba por el hospital, cuando a pedido suyo me llama un miembro de su equipo de trabajo para una pregunta técnica, le contesté que no estaba en la finca y lo que me pasaba, y al día siguiente llegaron a visitarme y a preocuparse por mi estado de salud. Ese gesto da la medida de su dimensión humana, una personalidad preocupándose por mí, que soy un simple campesino.
“En estos días, desde la fatídica noticia y sin poder estar en el campo por las molestias, he pensado mucho en Fidel. He escuchado de todo cuanto se le atribuye en el campo de la Salud, la Educación, la Hidráulica, el Internacionalismo… pero vale la pena comentar sobre el Fidel agricultor, ganadero, investigador, que en los últimos años estuvo indagando hasta altas horas de la noche sobre cómo resolver el problema de la alimentación y recuerdo siempre me decía: ‘Regino, el pueblo está envejeciendo y necesita leche, carne, proteínas, somos un país pobre y hay que encontrar la manera de resolver ese problema’”.
Una frase del líder de la Revolución cubana se ha convertido en la máxima de Regino, la “plantaron” en Carolina, y entonces ni soñaba conocerlo personalmente: “Cuando el esfuerzo se hace, las tareas se logran, la vida se transforma y el corazón crece”, ese ha sido el motor de impulso para hacer de aquellas tierras áridas, casi en el traspatio de la Refinería de Petróleo, una finca sustentable donde se prueba que la tierra siempre da frutos.
“Siento un vacío enorme, la tristeza es dura, pero en cuanto me reponga voy para la finca, porque la mejor manera de recordarlo será trabajar y trabajar. A Fidel hay que seguirlo con fuerzas, con ánimos, para que no muera. Este pueblo es muy fidelista, yo lo voy a extrañar y todos los cubanos también”.
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