Tengo una familia diversa,
musicalmente hablando. Mi hija Amanda, 17 años, es rockera como lo fuimos su
padre y yo, formados a finales de los años 70 y por los 80. Y no sé por qué uso
el pasado si todavía lo somos. Recuerdo eran años duros para ese tipo de
música. Desde el cliché de que escuchar la escala de FM era un problema
ideológico, hasta si la música en inglés también (parece que debíamos degustar
solamente rock en español). At the end, perdón, al final, logramos vencer todos
los obstáculos y salir ilesos: patriotas rockeros bilingües.
Bueno, pues le hemos dejado una muy buena
herencia musical a mi primogénita. Pero con Julio César, mi hijo varón de 16
años, el asunto no ha resultado fácil, o podríamos decir que ha sido demasiado
fácil: es reguetonero. Y como el nene está en plena y efervescente
adolescencia, el asunto se torna álgido.
De nada ha valido ostentar mis viejos long
playing, traídos desde la antigua URSS en mi época de estudiante, cuando los
canjeaba por libros y toda suerte de objetos deficitarios entonces. Así, me
hice de álbumes de Queen, Led zeppeling, Def Leppard, Guns N’ Roses, U2, Kiss,
Pink Floyd… que para mi son un trofeo de guerra y para él, solo “cosas viejas”.
Se sabe todas las canciones de “moda”:
“atrévete, salte del closet…”, “Descará, está en celo, desquicia”, “Dale chupi-chupi”, hasta las que se
promocionan en vídeos clandestinos, subterráneos o piratas, como los llaman en
la jerga. A veces hasta responde a mi llamado en ese idioma, totalmente
incomprensible para los “puros”.
Pero yo sigo ahí, haciendo mi tarea de
cambiarle el gusto por el reguetón. Esta semana lo llevé a ver un concierto de
Descemer Bueno, por vez primera en Cienfuegos, diría que hasta lo disfrutó,
pero en uno de los momentos de la noche, el intérprete se hizo acompañar de
Baby Lores y ahí mismo llegó la euforia de mi Peke. Al final, cuando inquirí si
había disfrutado la presentación me dijo: “mami, lo mejor de la noche fue Baby
Lores, no lo vayas a negar”, y aunque no tengo nada en contra de su música y
hasta considero tiene muy buena voz, me sentí decepcionada. ¡Qué manera de
prenderse el reguetón!
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