viernes, 3 de marzo de 2017

Fefa quiere salir a crear




Me la encontré en un evento de mujeres campesinas, toda engalanada y elegante, vaya, que nadie podía caer en cuenta que se trata de una guajira rellolla, a quien le gusta mucho su vida, esa que lleva allá en la finca La Margarita. Mabely Josefa Jassa Cabrera, a quien le acorté ese nombre tan largo y la bauticé como Fefa, resulta una mujer increíble, que pasa todo el santo día trabajando y parece no cansarse, si la quieren conocer vengan conmigo, los invito a leer.

“Yo siempre he vivido en y del campo, La Margarita es la finca familiar. Claro que estudié, yo soy veterinaria de profesión y amo los  animales, no sabes cuánto siento no poder montar a mi yegüita Muñeca por estos días, es que tengo una operación muy grande, de una hernia y debo cuidarme durante un tiempo, sin hacer esfuerzo físico, pero continúo haciendo una vida normal. Atiendo mi cría de carneros, las labores del campo, de la casa, y todo lo que hago habitualmente, porque me gusta estar activa”.

Sabe coser, tejer a crochet, con una sola aguja, y la enseñó su padre, un campesino que aprendió de su madre un oficio que es casi de patente femenina; hacer platos típicos de la cocina criolla, y todo ello aparejado a sus labores en el campo. Tiene tres hijos e igual número de nietos.

“Mi familia es enorme y todos vivimos por acá, figúrate tú: 11 hermanos, seis varones y cinco hembras, por desgracia uno de los varones es fallecido. Óyeme, y te digo una cosa, todas las mujeres de esta familia, las cuñadas, sobrinas… todas, sabemos coser y cocinar como Dios manda. Pero también ordeñamos vacas, criamos carneros, chivas, trabajamos en el campo, montamos a caballo, hacemos de todo. Yo soy la jefa de la brigada FMC-ANAP en esta CCS, la Mártires de Bolivia, y tengo a casi todas las mujeres unidas, y mira que cuando nosotras nos unimos somos una gran fuerza no digo yo, 68 suman ya.

“Todo eso que ves en las mesas -y me muestra una exposición de tejidos, artesanía, ropa hecha en casa, dulces, comidas típicas, vinos, y mucho más- lo confecciona y prepara la Brigada. Y sacamos de donde no hay, inventamos lo que aún no se inventa, porque, ¿quién dice que hay algo que no podamos hacer? Tengo círculos de interés con los niños de la escuela primaria, de muñequería y tejido, porque esos son oficios que no se pueden perder, de eso nada. Mi madre era costurera y nos enseñó a coser, eso nos viene en la sangre”.

Fefa me muestra un dulce casero, es un pan amasado por sus manos, borracho en melao de piña, y cubierto de natilla, de chocolate y vainilla. Me cuenta que los ingredientes son naturales, salidos de su cocina y del surco que ella misma trabaja, de ahí el valor que tiene, y la estética de su imaginación.

“Esta CCS es ganadera y produce cultivos varios, la variedad en los sembrados de cada una de las fincas es grande. Mira, ahora mismo mi hijo terminó el servicio militar y le otorgaron tierras por el Decreto-Ley 300, y le las dieron apareada a la finca ‘La Margarita’ así que estamos creciendo. Él es muy trabajador, bueno, es lo que ha visto desde que nació ese vejigo. Y es que la Tierra da, cuanta semilla tires en el surco, nace y da frutos, es muy lindo verla parir y ponerse verdecita.

“Como presidenta de la brigada soy miembro de la junta directiva de la CCS, y eso es bueno, porque cuando nos reunimos llevo las ideas de mis mujeres y allí decidimos cosas importantes que nosotras podemos lograr, y crear”. Fefa me insiste en que no quiere lucir feminista, lo dice con sus palabras: “Una guajira no es nadie si su guajiro no la acompaña, y al revés”, y se despide con una amplia sonrisa, que muestra su inmensa felicidad.








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