Me la encontré en un evento de mujeres campesinas, toda
engalanada y elegante, vaya, que nadie podía caer en cuenta que se trata de una
guajira rellolla, a quien le gusta mucho su vida, esa que lleva allá en la
finca La Margarita. Mabely Josefa Jassa Cabrera, a quien le acorté ese nombre
tan largo y la bauticé como Fefa, resulta una mujer increíble, que pasa todo el
santo día trabajando y parece no cansarse, si la quieren conocer vengan conmigo,
los invito a leer.
“Yo siempre he vivido en y del campo, La Margarita es la
finca familiar. Claro que estudié, yo soy veterinaria de profesión y amo
los animales, no sabes cuánto siento no
poder montar a mi yegüita Muñeca por estos días, es que tengo una operación muy
grande, de una hernia y debo cuidarme durante un tiempo, sin hacer esfuerzo
físico, pero continúo haciendo una vida normal. Atiendo mi cría de carneros,
las labores del campo, de la casa, y todo lo que hago habitualmente, porque me gusta
estar activa”.
Sabe coser, tejer a crochet, con una sola aguja, y la
enseñó su padre, un campesino que aprendió de su madre un oficio que es casi de
patente femenina; hacer platos típicos de la cocina criolla, y todo ello
aparejado a sus labores en el campo. Tiene tres hijos e igual número de nietos.
“Mi familia es enorme y todos vivimos por acá, figúrate
tú: 11 hermanos, seis varones y cinco hembras, por desgracia uno de los varones
es fallecido. Óyeme, y te digo una cosa, todas las mujeres de esta familia, las
cuñadas, sobrinas… todas, sabemos coser y cocinar como Dios manda. Pero también
ordeñamos vacas, criamos carneros, chivas, trabajamos en el campo, montamos a
caballo, hacemos de todo. Yo soy la jefa de la brigada FMC-ANAP en esta CCS, la
Mártires de Bolivia, y tengo a casi todas las mujeres unidas, y mira que cuando
nosotras nos unimos somos una gran fuerza no digo yo, 68 suman ya.
“Todo eso que ves en las mesas -y me muestra una
exposición de tejidos, artesanía, ropa hecha en casa, dulces, comidas típicas,
vinos, y mucho más- lo confecciona y prepara la Brigada. Y sacamos de donde no
hay, inventamos lo que aún no se inventa, porque, ¿quién dice que hay algo que
no podamos hacer? Tengo círculos de interés con los niños de la escuela
primaria, de muñequería y tejido, porque esos son oficios que no se pueden
perder, de eso nada. Mi madre era costurera y nos enseñó a coser, eso nos viene
en la sangre”.
Fefa me muestra un dulce casero, es un pan amasado por
sus manos, borracho en melao de piña, y cubierto de natilla, de chocolate y
vainilla. Me cuenta que los ingredientes son naturales, salidos de su cocina y
del surco que ella misma trabaja, de ahí el valor que tiene, y la estética de
su imaginación.
“Esta CCS es ganadera y produce cultivos varios, la
variedad en los sembrados de cada una de las fincas es grande. Mira, ahora
mismo mi hijo terminó el servicio militar y le otorgaron tierras por el
Decreto-Ley 300, y le las dieron apareada a la finca ‘La Margarita’ así que
estamos creciendo. Él es muy trabajador, bueno, es lo que ha visto desde que
nació ese vejigo. Y es que la Tierra da, cuanta semilla tires en el surco, nace
y da frutos, es muy lindo verla parir y ponerse verdecita.
“Como presidenta de la brigada soy miembro de la junta
directiva de la CCS, y eso es bueno, porque cuando nos reunimos llevo las ideas
de mis mujeres y allí decidimos cosas importantes que nosotras podemos lograr,
y crear”. Fefa me insiste en que no quiere lucir feminista, lo dice con sus
palabras: “Una guajira no es nadie si su guajiro no la acompaña, y al revés”, y
se despide con una amplia sonrisa, que muestra su inmensa felicidad.
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