viernes, 17 de enero de 2014

Venta de autos en Cuba: ¿Hacia dónde mira Cucarachita Martina?




Cucarachita Martina se nos antoja proletaria. Tiene varias necesidades y una sola moneda. En caso de que el personaje perteneciera a la clase emergente, el autor jugó una mala pasada, pues su casita carece de rejas, es de un cuarto y sin internet. Tampoco quiere —o puede— comprarse un carro.
  “Estoy peor que Martina, el personaje de la literatura infantil. Cumplí misiones en tres países de tres continentes diferentes y mi finalidad era comprarme un auto. Ya no aguanto la bicicleta. Pero ahora debo replantearme tras su liberación de venta este 3 de enero de 2014, los precios son astronómicos… ¿Qué me compraré?”, afirma un cirujano cienfueguero, quien poseía la carta de autorización emitida por el Ministerio de Transporte, la cual daba el derecho de acceder a “los de segunda mano” por un monto en moneda convertible, razonable, un mínimo de 5 mil CUC.     
   Estas reporteras, solo en el papel de clientas, porque para la prensa la información está vedada, llegaron hasta el CTT y pueden dar fe de que allí no están creadas las condiciones para comercializar vehículos automotores. Un lugar de difícil acceso, muy cercano al mar, con todo el daño que implica para las carrocerías el salitre... Inquirimos por un Hynday Sonata y nos mostraron uno ponchado, sucio y con ausencia de algunos accesorios externos. Entonces, dudamos de la voluntad de recaudar fondos para reparar viales, si la Comercializadora no es la apropiada y hasta de la seriedad del asunto.
  “Según datos aportados por el Registro Nacional de Vehículos, alrededor del 30 por ciento de los expendios realizados en el año 2012, a través de las comercializadoras, cambió de propietario poco tiempo después de haberse inscrito el auto en dicho Registro, ello indica que ese procedimiento administrativo motivó que algunas personas se sirvieran de él para obtener ingresos adicionales. Se ha podido comprobar, además, que a través de Internet se realizaban ventas de las referidas cartas, incluso, antes de comprar el vehículo.