Cada ciudad puede ser otra,
cuando el amor la transfigura
cada ciudad puede ser
tantas, como amorosos la recorren...
...y el amor viene y va y
regresa
y la ciudad es testigo
de sus abrazos y crepúsculos
de sus bonanzas y aguaceros.
(Mario Benedetti)
Dicen que cada ciudad guarda
su propia historia y que sus hombres la comparten hasta con los del más allá...
si es que existen. "La cienfuegueridad entra por el olfato. Quien no sea
capaz de olerla, se pierde su esencia. Es el olor de la ciudad, de sus calles,
su bahía y también de la gente. Es una actitud que marca la diferencia con el
resto de las poblaciones de la
Isla: somos cubanos, somos cienfuegueros, somos iguales y
diferentes; somos diferentes desde la misma arquitectura, desde el trazado
urbanístico, caso atípico entre las urbes cubanas y eso ejerce su influencia
sobre la gente, impone el sello distintivo. Los cienfuegueros se parecen a su
ciudad. Ahí radica la cienfuegueridad; es la vinculación entre la ciudad y sus
habitantes, una relación de amor mutuo, difícil de explicar", declara Emma
Sofía Morales, una sureña rellolla.
Para los que habitamos en
Cienfuegos, esta porción de tierra del centro sur de Cuba, el gentilicio lo
asociamos a una urbe límpida y bella, de rectilíneas calles de trazado
neoclásico y rodeada de un apacible mar azul. También viene a calificar a
personas orgullosas de su lugar de origen.