La tarde antes habían evacuado a toda la
familia, ese río, el Lagunillas, siempre crece cuando cae tanta lluvia. Con
dolor dejaron atrás la casa, rodeada de la finca, que está muy sembradita por
esta fecha. Pero también se había quedado Florinda, que no hubo manera de
separarla de su crío. No pegaron un ojo en toda la noche, pensando en la
cosecha, la casita y en Florinda, la vaca que ordeñan cada madrugada. Quien
pensaría que el huracán Sandy traería tanta lluvia. Y regresaron, cuando ya el
río comenzaba a “subirse”. Ahora están allí, irresponsablemente varados,
rodeados de agua, tomando una leche calentita y pura, pero en peligro, y todo
por Florinda.
viernes, 26 de octubre de 2012
jueves, 25 de octubre de 2012
La solidaridad que trajo el huracán y un amigo lejano
Los cubanos pecamos de solidarios. Se nos
desborda ese sentimiento en los tiempos duros, aunque en los buenos algunos se
miren con el rabillo del ojo. Esta madrugada del 25 de octubre, cuando el ciclón Sandy
hacía de las suyas en el oriente cubano y el insomnio me empujaba de la cama,
pensé en los amigos que tengo allá en Santiago de Cuba e imaginaba sus horas
difíciles de ciudad vieja, esculpida a golpe de ladrillos vetustos y coronada
con tejas.
La mañana nos trajo noticias ambiguas y la
preocupación por los nuestros, gente querida de allá de la tierra caliente. Y
se apareció en mi chat un cubano ausente, preocupado por su padre santiaguero.
Un puente tejido en la distancia hizo posible la comunicación y no sé por qué,
porque debía ser común, siento esa sensación de haber hecho el bien, aunque me
sienta mal por los amigos, a los que un huracán
les deparó este amanecer de piedras y árboles caídos.
jueves, 4 de octubre de 2012
El día en que la muerte viajó con alas
Y fue el sexto día del
décimo mes, cuando la algarabía de jóvenes inocentes que habían ganado un
montón de medallas se fue al fondo del mar, cerca de las costas de la apacible isla de
Barbados. Toda Cuba vistió de luto, la injusticia tembló y el pueblo lloró la
pérdida de valiosas vidas.
¡Cuántas existencias truncadas y sueños
dejados a la mitad! ¡Cuántos anhelos, competencias por realizar, abrazos
pendientes…! Y todo por odio, por impotencia, por no haber podido hacer de Cuba
la nación que ellos, quiénes desde Miami promovían el terrorismo, urdían.
No importa el peso que a sus espaldas carguen,
el autor intelectual de este atentado, que empujó hacia a la muerte a 73 personas inocentes, vivió allí, al amparo de la justicia made in USA,
mientras las familias de esta orilla, echan de menos a uno de los suyos.
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