La tarde antes habían evacuado a toda la
familia, ese río, el Lagunillas, siempre crece cuando cae tanta lluvia. Con
dolor dejaron atrás la casa, rodeada de la finca, que está muy sembradita por
esta fecha. Pero también se había quedado Florinda, que no hubo manera de
separarla de su crío. No pegaron un ojo en toda la noche, pensando en la
cosecha, la casita y en Florinda, la vaca que ordeñan cada madrugada. Quien
pensaría que el huracán Sandy traería tanta lluvia. Y regresaron, cuando ya el
río comenzaba a “subirse”. Ahora están allí, irresponsablemente varados,
rodeados de agua, tomando una leche calentita y pura, pero en peligro, y todo
por Florinda.
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