
Llego a casa de Regino Rodríguez Hernández por un laberíntico pasillo, una especie de ciudadela familiar donde conviven varios de los parientes más cercanos de este campesino devenido científico, prueba viviente de la certeza de una fórmula: tierra + esfuerzo = frutos. Acudimos a dialogar con el hombre consternado por la pérdida de alguien con quien forjara una entrañable amistad en los últimos años: Fidel Castro.
Cuando muchos creían al Comandante leyendo las noticias o escribiendo sus memorias, lejos estaban de imaginar que se había convertido en ganadero, agricultor y hasta investigador sobre temas de agroecología, encontrando fórmulas para el más acuciante problema de la nación cubana de hoy: la alimentación.