jueves, 7 de julio de 2016

Fefa de la vida



 

Josefa Santana Roque es una de las 77 mil 707 personas mayores de la provincia de Cienfuegos, territorio del centro sur de la isla de Cuba, donde cada vez son más quienes sobrepasan el promedio de esperanza de vida, situado en 79,1, según informe de la Organización Mundial de la Salud (OMS). En unos días cumplirá los 80 años y acaba de ver la luz, tras una operación de cataratas.
“Yo vivo sola, tengo dos hijos y tres nietos, están cerca para cuando los necesite, pero pueden hacer poco, ellos mismos padecen enfermedades. Este espacio es mío. Lavo mi ropa y hago todos los quehaceres de la casa, me gusta, lo disfruto y me mantiene ocupada, sí, porque cuando uno llega a viejo lo mejor es estar ocupado siempre. ¿Por las noches dices? Bueno, me gusta mucho sentarme en el portal a tomar el fresco del mar, converso con el que pasa y cuando comienzo a pestañear, me voy a la cama y veo algo de televisión, ahora que tengo mejor la vista.

“Soledad, lo que es soledad la sentí cuando falleció mi esposo, figúrate, estuvimos juntos por 41 años, ya hace diez que no está, fue duro, pero la vida continúa. Él era patrón de barcos, fueron muchas las personalidades que paseó por la bahía y un poco más allá, te hubiese podido contar muchas cosas, pero ya no está”.
Ella forma parte de ese 15 por ciento de las personas mayores que viven solas. Hace poco más de una década es una de los abuelos acogidos a los hogares diurnos para ancianos, institución donde pasa todo el día, recibe atención médica especializada en Geriatría, psicología, podología, nutrición y actividad física, entre otras. Tiene allí una alimentación balanceada, desayuno, almuerzo, comida y tres meriendas. Participa en actividades culturales y recreativas, y tiene muchos amigos para conversar y jugar dominó.
“Soy jubilada del sector de la Salud, trabajé siempre en Seguridad y Protección Física. ¿Dónde? En casi todos los hospitales de Cienfuegos, y era muy recta, ¿sabes? Algunos me decían ‘el alicate’, pero eso sí, era muy humana con los familiares y pacientes. Todavía hay gente que me reconoce por la calle”.
Fefa es muy ágil, achica los ojos para mirar, como enfocándolos, quizá por la costumbre de aquella catarata que padeció, pero logro entrar y descifrarlos, es una mujer dura y batalladora, que podría cumplir los 100 y sumar arrugas que son historias, pero la soledad sigue siendo para ella un pájaro grande sin alas para volar.

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