jueves, 29 de diciembre de 2011

Cuenta regresiva


  Vamos a sacar cuentas, sí, porque se acaba un año y los días finales son una locura. Resultan como de una euforia colectiva, las calles se colman, la gente compra lo que no osó adquirir a lo largo de los 365 períodos de 24 horas, para celebrar en familia, en fin. Y visto así, es lindo. Pero cuando miramos el asunto desde mi óptica, no sé si negativa o positiva, idealista o realista, me parece una gran locura. Las felicidades abruman y emborrachan y hasta me pregunto cuál es el motivo de la felicitadera.
  Pero bueno, llegar a fin de año resulta como culminar una carrera de relevo y el 31 entregáramos el batón. ¿A cuántas situaciones debimos enfrentarnos? A muchas, pero eso no es exclusivo de alguien en particular o de determinada sociedad, nos sucede a todos los mortales. Yo, por ejemplo, he debido sortear uno y mil caminos para lidiar con mis hijos adolescentes, 15 y 16 años, y explicarles de todas las maneras por dónde va el trillo de la vida. Al final, hemos salido ilesos.
  Creo la vida es esta eterna cotidianidad, de dar y recibir, aportar y recolectar… pero el saldo de un buen o mal año no debería medirse en cifras, porque entonces seríamos muy pobres. El total que más nos aportaría, y no es cliché ni falsa moral, es aquel en el que no se escucha el metálico ruido del chocar de monedas, sino de medir cuánto crecimos como seres humanos.
  Y todos te desean un año mejor, un montón de cosas buenas que merecemos, éxitos en lo profesional y familiar… conste que uso mis propias frases, pero ¿nos lo proponemos nosotros mismos? ¿Hacemos todo lo posible por ser humanos desde dentro? Ahí es donde debemos mirar, allá en lo profundo, sin egoísmos, envidia o celos, sólo entonces, despojados de todo ello, podremos hacer nuestra cuenta regresiva y sacar cuentas.

1 comentario:

  1. Así es Maga, genail esta reflexión... a sonar las monedas del alma, a sonarlas. Un besote

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