lunes, 11 de febrero de 2013

Guille


  Ufff, es jueves, cierre de la edición del periódico semanal donde trabajo como editora de noticias y me acabo de enterar de que Guillermina es la correctora de guardia. Ya estoy pensando que esta será, sin dudas, una jornada larga. Porque ella es muy meticulosa en el trabajo, tanto, que agota a los editores.
  Y todo sucede jueves, los mismos sextos días en que mi hija viene de pase de su escuela y quiero estar temprano en casa para recibirla. La Guille viene hoy TERRIBLE, me cuentan al llegar a la Redacción. Que si el punto y coma está mal empleado, que ese nombre nunca lo ha visto con una zeta, el número del semanario está mal y ha salido dos veces de manera incorrecta, el apellido de ese científico está mal escrito, el hombre está en una zona de pesca a kilómetros de profundidad y ella empeñada en localizarlo y contactarlo a toda costa. A este paso no terminamos.
  La lenta, así la hemos bautizado, porque no hay cierre de edición que ella no atrase, seguro que no. Algo encuentra, ya veremos. Tiene un arte para chocar con las erratas, palabras mal divididas que terminan en ano o culo, nombres mal escritos, términos que no se emplean correctamente, errores de contenido, en fin, la Lenta se las trae, a no dudar.
  Ya son casi las 10:00 de la mañana y Guillermina no llega, ufff, Usted verá que hoy me complico. Pero ahora recuerdo que ella tenía una cita con el médico, que no se ha sentido bien, tose mucho, no tiene apetito… Ya comienzo a preocuparme. Al mediodía la noticia nos consterna, está ingresada y no vendrá en toda la semana.
  Se suceden los días, empeora… Coño, pero qué manera de extrañarla, no puede ser, ella no puede estar así de enferma, no ella… Guille no merece ese destino, la quiero aquí, no importa que se atrase la edición, vaya, estoy dispuesta hasta terminar en la noche, pero que nos acompañe con sus “podridas”, con sus arreglos de última hora…
  Pero la Guille no estará más, porque una enfermedad mala, de las peores, la mantiene en casa, pálida, sin cabellos y hoy, hoy me ha recibido con lágrimas. Coño Guille, no me hagas eso, no me llores en el hombro, si tu eres la más fuerte. ¿Cómo voy a terminar cada edición sin estar? Me desmorono, no sabía que era tan importante para mi. Y me duele, me duele profundamente verla a ella, una señora de estirpe, derramando lágrimas en mi hombro y yo tambaleándome con un kake que le llevo por su cumpleaños, porque aunque no esté, SIEMPRE la voy a extrañar.

1 comentario:

  1. Coño digo yo ¡¡¡carajo!!! me has sacado las lágrimas. ¿Cómo no saber lo que significa la Guille para todos nosotros? Y sí es verdad, a veces hasta peleábamos con ella, pero no tenía remedio, es de esas personas que necesitan las cosas perfectas, y aún así el viernes, regresa a la redacción a volver a revisar, a mirarlo todo, porque está insegura, teme esa noticia: "salió un error", a ella, a la Guille, qué va... eso no podía pasarle.
    La extrañamos, cómo no hacerlo y ahí en esa foto la vemos durante la última actividad del periódico, con su cabeza cubierta por el pañuelo y ese color que no me gusta.
    ¿Sabes qué recuerdo de ese día? Pues la pregunta de mi hijo, me martilló tan fuerte... ¿Qué le pasa a Guillermina, mami, está enferma? Y con lagrimas en los ojos le dije que SÍ. Allí, en nuestro patio le quiso cantar ¡a ella, precisamente a ella!, la misma persona que tantas veces le cambió el pañal, o le dio el almuerzo o el biberón... porque no tenía otro remedio que llevarlo conmigo al trabajo.
    Tienes razón Maga, no existe un solo jueves en que no extrañe a Guille, que no necesite a Guille, con todas sus cosas, pero allí... con nosotros.

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