Huele a almendras el día, es gris y
las hojas de los árboles en El Prado, allí donde le despedí, caen como lágrimas
en un calendario que apura el año ya en las postrimerías. Y también porque es
otoño, y esta estación viene con nostalgias y tristezas. La noticia llegó a
través del teléfono, y era dura, pero en cinco minutos ya era peor: fallecía El
Chispa, uno de mis maestros, de los grandes,
de quienes te enseñan no solo del oficio sino de esa materia inacabable llamada
vida.
jueves, 30 de octubre de 2014
jueves, 23 de octubre de 2014
José de las batallas
No es preciso escribir mucho para conocerle mucho. Hay
obras que hablarán por sí mismas de cuanta traza dejó por la vida para quienes
fue amigo, maestro y consejero. O de la pasión que estrujó a diario en el arduo
camino de la cultura de esta ciudad como acucioso investigador, conferencista,
escritor y poeta; sacerdote, profesor, biógrafo, ensayista, bibliógrafo,
humanista, bibliotecario…, en una existencia fecunda y sin descanso, que
resultó escasa para realizar tanto sueño en los 61 años que estuvo.
José Díaz Roque
no dejó de sorprendernos ni con la misma muerte, acaecida el último 22 de
octubre en una maniobra maestra, sutil y vertiginosa, cuando muchos suponíamos
que la engañaría con toda su sagacidad, con la misma sabiduría empuñada para
fundar y crear.
miércoles, 22 de octubre de 2014
Nostalgias
Este barco, oh, este barco, no es un barco
cualquiera, este es mi barco. Ese en el que jugué ajedrez, me leí un montón de
libros –por suerte cuando aquello no existían los celulares ni los Tablet- y
hasta me enamoré. Entonces tenía yo 20 años y me estrenaba como trabajadora.
Era traductora de Idioma Ruso en la que sería la Central Electronuclear (CEN),
en Cienfuegos.
Un tramo de unos 8 ó 10 kilómetros en línea
recta hasta el muelle y luego 20 minutos en ómnibus de ida y vuelta. La mañana
tenía entonces los olores del salitre y de las algas marinas, y en las tardes,
nos acompañaban las toninas, saltando por la popa.
Eran verdes y azules mis mañanas. Compraba el
diario en el muelle, el Juventud Rebelde en su época de oro de mediados de los años
80, la época en que Surí, Ángel Tomás, Padura, Enrique Núñez, Soledad Cruz y
hasta el Gabo, con sus crónicas dominicales, me hacían más corto el viaje, que
disfrutaba cada día.
jueves, 9 de octubre de 2014
Retazos desde mi ventana
Unos corren hacia la “parada” de la "Uno", la
"Cinco" y la "Seis"; y dentro de los múltiples destinos está el alejado e inaccesible
Tulipán, Punta Gorda o los candidatos a pasajeros que llevan una
cantina con comida y hasta un ventilador para un paciente ingresado en el
Hospital. Y entre ese público numeroso que camina aprisa, están quienes cuentan
pesos de su bolsillo para alcanzar una máquina hasta Palmira, en “almendrones”
parqueados allí, al doblar del Guamá, la cafetería que se hizo célebre cuando
las hamburguesas del apogeo del período especial, y hoy permanece en calma,
demasiada, diría yo, para ocupar un privilegiado espacio.
De entre quienes desandan los portales del Prado cienfueguero con las primeras luces de la noche -hora en que dejo mi
cocina y vengo hasta mi indiscretísima ventana-, me gustaría particularizar en
uno, alrededor del cual se tejen mil historias a la vez, todas relativas
a la humanidad.
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